Amira Armenta

La Sinfonía para siete camareros de Michel Cardena
Una performance en palacio

 

 

 

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“Nadie sabe ya cómo comenzó eso exactamente”, escribiría unos años más tarde la escritora holandesa Hella Haasse en un informe confidencial refiriéndose a las soirées artísticas que organizaron la princesa Beatrix y su marido el príncipe Claus entre 1968 y 1975 en el palacio Drakensteyn. La pareja real tenía bastante inclinación hacia los temas artísticos y de ahí su interés en reunirse con artistas jóvenes del momento. La idea de los príncipes era recibir a pintores, músicos, escritores, poetas, entrar en contacto con la avant-garde, con el fin de intentar una simbiosis de las diferentes manifestaciones artísticas. En una entrevista, el príncipe Claus diría también que querían apreciar mejor el "tijdgeest", el espíritu de los tiempos. En las reuniones, o ‘encuentros dadaístas’, como les llamaban, se hacía música, se leían textos y se discutía sobre estos.

 

El colombiano Michel Cardena estuvo en el grupo de los diez selectos artistas plásticos más sobresalientes del momento a quienes los príncipes enviaron una pomposa invitación a hacer parte de esas reuniones. Ahí estaban también Jan Dibbets, Peter Struycken y Ad Dekkers. En una de esas primeras ocasiones la princesa llevó al recién nacido príncipe Friso a la reunión. “Yo le pregunté si me lo dejaba sostener un momento en mis brazos…”, contaba Michel con admiración, “… y para sorpresa de todos ella accedió”.

 

Cada uno de los artistas hablaba sobre su obra, o presentaba algún trabajo reciente. “Cuando me tocó el turno a mí de hacer algo me inventé una performance llamada Sinfonía para siete camareros (1969) (Symfonie voor seven obers)”. Eran siete personas que llevaban una bandeja con copas de vidrio de diferentes calidades. Los ‘camareros’ eran además del príncipe Claus, Wim Beeren, Marinus Boezem, Ad Dekkers, Jan Dibbets, Peter Struycken y el secretario de Claus. Cada camarero representaba un movimiento de la sinfonía. El príncipe Claus representaba el Andante Maestoso, y se desplazaba entre el público llevando la bandeja de manera majestuosa y elegante. Otro movimiento era Allegro con Fuoco. Este camarero andaba por la sala con un encendedor para darles fuego a los fumadores. Una de las paredes de la sala del palacio en donde se desarrollaba la escena debía ser calentada, por lo que se podría decir que esta performance habría dado inicio al proyecto de ‘calentamiento’ que caracterizaría los trabajos de Cardena en los próximos años. La sinfonía terminaba cuando Cardena daba una señal y ellos dejaban caer las bandejas produciendo un tremendo estrépito. Nadie se imaginaba que todo se rompería al final. La princesa exclamó, ¡Ah, ahí quedó el servicio de mi abuela! Marga Klompé, la ministra de Educación, una mujer conocida por su fuerte carácter, que también estaba presente, reaccionó furiosa con cara de espanto. Todo el mundo estaba aterrado. “Sin embargo, una vez pasados los primeros segundos de sorpresa, me aplaudieron copiosamente”. Y lo felicitaron. La Sinfonía para siete camareros dio para hablar en los corrillos artísticos durante algún tiempo.

 

Muchos años más tarde, un crítico de arte que nunca fue precisamente muy fanático del artista colombiano, diría que esa Sinfonía, o mejor dicho, romper a la vista de todos el servicio de mesa de la abuela de la futura reina de Holanda, era lo único bueno de toda la obra de Michel Cardena.

 

Eran los años del movimiento Provo en Holanda, una corriente antiautoritaria de jóvenes que tuvo bastante fuerza en el país en ese tiempo y que entre otras cosas se caracterizaba por su rechazo a la monarquía. Todavía mucha gente recuerda los hechos sucedidos el día de la coronación de Beatrix como reina de Holanda, el 30 de abril de 1980, cuando el centro de Ámsterdam se convirtió en campo de batalla entre los provo y la policía que los reprimía. Muchos artistas jóvenes que se identificaban con la ideología provo y que en algún momento fueron invitados por los príncipes a participar en aquellos encuentros artísticos, no acudieron a la cita y reaccionaron con burla, sobre todo por el tono pomposo, rancio y extremadamente formal del lenguaje como estaba escrita la invitación. El compositor Reinbert de Leeuw recordó esto muchos años más tarde en una entrevista en la televisión holandesa. Otro reparo que tuvieron algunos artistas para aceptar esas invitaciones era el príncipe Claus, un aristócrata alemán, Claus von Amsberg, que había servido en la Juventudes Hitlerianas y en la Wehrmacht, y a quien muchos holandeses asociaban con el nazismo. Debido a la ocupación nazi durante la guerra, a los holandeses les ha tomado bastante tiempo superar su resentimiento hacia los alemanes.

 

Para Michel Cardena, quien siempre fue un provocador a su manera, pero nunca tuvo nada de provo, el lenguaje pomposo de la familia real era en cambio un motivo de complacencia. Así precisamente era como le gustaría hablar a él y redactar sus propias invitaciones cuando la ocasión se le presentase.

 

El proyecto de la simbiosis de las artes, que según Hella Haase nunca se supo cómo comenzó, tampoco se supo cómo terminó, el caso es que no tuvo ninguna trascendencia. “Cada uno de los artistas estaba muy metido con su propia obra y a nadie le interesaba demasiado participar en los trabajos de los otros. Teníamos claro que hacíamos aquello para entretener a la realeza”, dijo Cardena en una entrevista.

 

In-Out Center

 

Con príncipes o sin ellos, los sesenta y setenta fueron décadas de gran creatividad en la escena artística holandesa. En esos años se introdujeron nuevas formas experimentales como el video arte y la performance artística. Fueron años en los que muchos artistas extranjeros se radicaron en el país y se dedicaron a explorar estas novedosas formas de expresión. Gente como Ulay (Uwe Laysiepen), Marina Abramovic, Nicolaus Urbas, y la estadounidense Nan Hoover, y dos colombianos, Cardena y Marroquín, son algunos de los principales representantes de la performance, y de la combinación de imágenes e instalaciones de video. A principios de los setenta, Ámsterdam era un epicentro importante de la performance y del videoarte en Europa.

 

Pero la manera poco convencional como estos artistas producían sus obras, utilizando elementos y recursos que se salían de los patrones que estaban acostumbrados a presentar las galerías y los museos, hizo que con frecuencia ellos debieran crear sus propios espacios de exhibición. “Por eso decidí fundar un centro en donde se pudiera mostrar lo que estaba sucediendo en esos años”, dijo Cardena en una entrevista, “un centro que mostrara las nuevas expresiones del arte contemporáneo”.

 

Así, en 1972, a iniciativa de Michel Cardena, en colaboración con otros ocho artistas –el mexicano Ulises Carrión, los hermanos islandeses Kristjan y Sigurdur Gudmondsson, Raúl Marroquín, los holandeses Pieter Laurens Mol, la ceramista Hetty Huisman y Gerrit Jan de Rook, y el sueco Hreinn Fridfinnson– abrió en el Reguliersgracht de Ámsterdam el In-Out Center. Este fue el primer ‘espacio alternativo’ de artistas en el país, y uno de los primeros en Europa en el que un grupo de artistas asociados crea una galería propia para mostrar sus obras. Como dijera algún crítico mucho después, el In-Out Center fue la madre de las iniciativas artísticas modernas en Holanda. La idea era que cada uno de ellos pudiera mostrar durante un mes sus obras. Los otros tres meses del año los reservaban para artistas invitados.

 

Los eventos que tuvieron lugar allí representaron un impulso importante para el desarrollo del llamado arte corporal (body-art), la performance, el video, y otras nuevas manifestaciones artísticas de la Europa de esos años. Una de las performances de Michel Cardena, que él recordaba particularmente, fue la reconstrucción de una partida de ajedrez de Marcel Duchamp con el campeón mundial Boris Spassky en la que Duchamp ganaba la partida. Cardena era un afiebrado ajedrecista.

 

Por razones financieras el In-Out Center sólo permaneció abierto escasos dos años, pero su impacto se traduciría poco después en la creación del centro artístico De Appel, que se ha mantenido activo a lo largo de más de cuarenta años. Dos historiadoras de arte, Tineke Reijnders y Corinne Groot, que conocen bien la escena artística de vanguardia de la Holanda de los setenta, organizaron en noviembre/diciembre de 2016 una exposición en De Appel dedicada específicamente a mostrar el trabajo del In-Out Center, “una tentativa desesperada de erotización incongruente”, como dice uno de los afiches de la exposición.

 

…. Amira Armenta está escribiendo una biografía de Miguel-Ángel Cárdenas (1934-2015), artista colombo-holandés que se dio a conocer en los Países Bajos como Michel Cardena. Este artículo está compuesto de extractos sacados de uno de los capítulos del libro.

 

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Amira Armenta,

(Colombia), tiene un máster en historia de América Latina. Trabaja en el Transnational Institute (TNI) en Ámsterdam. Escribe con alguna regularidad sobre temas de política, cultura, cine y libros. Ha publicado dos libros de ensayos: Een nieuwe tong, y En el patio de atrás. Antiamericanismo y nueva izquierda en América Latina, y la novela, Los gatos pardos de la noche.
amiraarmenta.wordpress.com 


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