Diana Kappou

Relatos


  Ellos

 

Él enmarcaba recuerdos con la misma delicadeza que se toma a un niño prematuro por miedo a que el polvo gris de su longevidad pudiera dañar algún detalle.

Así fue exponiendo una colección de momentos que iban desde su niñez, pubertad y adolescencia -tan nítidos a pesar de la distancia- hasta su madurez prolongada y ya casi volátil. Mientras los acomodaba cronológicamente, notó que ella había tejido en pequeños detalles algo que él tardó en darse cuenta, algo que ni ella imaginaba que podía sostenerse en el tiempo, pero allí estaba.

En cada mirada, en cada palabra no dicha y en esos momentos de simplemente estar. Él, inconscientemente por cuidarla se había alejado con sus fantasmas, los cuales sin saberlo, ella los leía en su mirada y -aunque con miedo- era capaz de hacerle frente a cualquiera de ellos.

Así y todo la creyó intocable y se fue. Se fue sin poder realmente verla, sin entender a tiempo aquello que ella había sembrado en lo mas profundo de su ser, tan pequeña y a la vez tan mujer. El tiempo llenó sus vidas, lejos y casi perdidos el uno del otro caminaron distintos caminos, ignorando por completo cuánto del otro había en ellos.

Pero un día se volvieron a ver a la distancia, una distancia de años irreversibles y complejas situaciones. Las ausencias del pasado habían dejado su huella y el tiempo no tuvo piedad sobre sus cuerpos. Ese día se tocaron con la mirada, se consolaron en silencios y se entregaron, o mejor dicho, dejaron fluir un recuerdo...

 

Recuerdos 2

 

Solo guardo recuerdos porque las cosas no me sirven, se ponen viejas y se rompen. Los guardo en un pequeño cofre, algo gastado y desteñido por el tiempo.

Guardo recuerdos, aunque la cuerda de mi memoria sea tan lenta como el pasar de las horas en esta tarde lluviosa.

Simplemente llueve, pero frente a mí hay un papel en blanco y una pluma gastada que ya su tinta se desvanece, como a veces se desvanecen las palabras. Sentada en un sillón, donde mi cuerpo se esparce como las nubes en el cielo, estoy arrimada a la ventana mirando el jardín de la casa, que pareciera estar siendo bombardeado por millones de meteoritos, que se funden al llegar al suelo y se infiltran en la tierra.

Pero simplemente es la lluvia, que sin ningún otro motivo mas que climático, moja los techos viejos y nuevos de las casas, los perros y gatos y algún paraguas rajado por el tiempo.

También produce sonidos variados y rítmicos en las latas puestas debajo de las goteras. Esta lluvia que hace crecer los campos y riega los jardines de las casas, es también la que moja a aquellos que no la tienen.

Debo escribir algunas palabras alegres, pero hacia donde miro no existen. Entonces cierro los ojos, como buscando un lejano recuerdo.

Era tan lejano este recuerdo que a la cuerda de mi memoria ya le quedaban pocas vueltas, tal vez solo las vueltas para volver.

Pero no me importó, quería retener esa imagen feliz de mi infancia, aunque tuviera que gastar todas las vueltas, aunque luego ya no me quedara memoria de nada.

Me vi correr, intentando y fracasando una y otra vez pero sin rendirme, remontar un barrilete de colores variados y brillantes, que si bien solo se elevaba unos centímetros del suelo, me hacía feliz y me llenaba de esperanzas.

Por un momento me pregunté si esas esperanzas serían las mismas que me trajeron hasta aquí o si murieron al ser esclavas de mi adultez. De pronto me encontré flotando, sintiendo como el aire cálido del verano rozaba mis mejillas. Mi cuerpo se sentía liviano como una pluma, pero resistente a la fuerza del viento que golpeaba mi pecho.

Mientras intentaba dilucidar el horizonte una extraña fuerza me empujaba hacia la tierra, al mirar hacia bajo caí en la cuenta de que yo era ese barrilete y alguien me controlaba.

A medida que los árboles y las casas aumentaban su tamaño, la tierra se veía cada vez más cerca y su rostro me era más nítido y familiar, pero una ráfaga me levanto bruscamente y cortó el cordel.

Volví con la última vuelta de mi memoria, casi dejo de recordar quién era y que estaba haciendo. Aún llovía, pero la hoja frente a mí ya no estaba más en blanco, así que tomé mi cabeza, entrelacé mis dedos en el polvo gris plata y cerré el pequeño cofre de mis recuerdos.

 

14Diana

Diana Kappou
Nací en Buenos Aires, Argentina en 1978. Estudié el profesorado de cerámica y soy técnica artística en vidrio artesanal. Trabajo desde el 2001 realizando objetos artesanales en vidrio y cerámica, siendo “Kalú” uno de los primeros proyectos hasta el 2004. Luego en el 2011 y hasta el 2016 renuevo y continúo la actividad de manera independiente. Exposiciones y Premios: ● 2013 Galería “ Agua Fuerte” y Salón “Encantados en en Arte” , Bs.As. ● 2010 XIV Salón Nac. del vidrio en el Arte, Berazategui. ● 2009 XIII Salón Nac. del vidrio en el Arte, 1ra Mención a “Técnica no tradicional” Berazategui., ● 2007 XI Salón Nac. del vidrio en el Arte, 3er premio/ Alumnos, Berazategui. ● 1999 Exposición “Maestros 2000” Salón Dorado de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires ● 1998 Exposición en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, Bs. As.

I n d i c e