Federico Spoliansky


Fragmentos del libro de poemas
ATLÁNTOV

(Ediciones del Dock, 2016)

 

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Estamos en el costado sur de la Tierra. Discutimos si el costado sur no es en verdad el costado norte. Y dudamos: “¿Son el Norte, el Sur, el Este, el Oeste cuatro lados o costados?”. A la respuesta: “Cuatro puntos cardinales”, se le enfrenta: “Todo es lado, borde, costado. Y reverso. Norte, Sur, Este y Oeste son reversos”.

 

¿El Sur es o queda abajo? Si es o queda abajo puede quemar como una paellera. Afirmo para darme aliento: “El Sur es o queda abajo”. Aceptarlo es darle un margen de respiro a la escritura. Un margen es algo bueno cuando no se engrosa.

 

A vista de pájaro Argentina queda entre Chile y el sur de Mozambique, Mozambique entre Paraguay y Australia. ¡Son tantas cuestiones! Por ejemplo: la palabra sur es corta, la cadencia es larga: “Estamos ladeando en el Sur”.

 

Arremeto: Tocando el fondo con la punta de los dedos gordos hago pie en lo hondo. ¿Sur es donde se hace pie? ¿Sur es un pago fácil? ¿Sur es donde flotar? Tomo aliento. Un Sur es donde se hace pie, otro un pago fácil, otro donde flotar. En el abrume de un vuelo de cabotaje la azafata indicó: “Toquen lo que depare”.

 

Despejo: Si el Sur es abajo y el Norte es arriba, el Norte pisa y el Sur es pisado. Es ajustado este sándwich: apretando la rodaja norte se apisona el relleno contra la rodaja sur. ¡Este Sur amilanado!

 

Norte, Sur, Este, Westerns, ¡bingo! A John Wayne le hubiera fascinado cruzar a caballo el río Bermejo.

 

La paleta nos da un revés: no se dice Polo Este ni Polo Oeste. No llamamos al Este o al Oeste latitud sino longitud, en globo terráqueo y en plano. Así es en la escritura: hay latitud, longitud. Y hervor.

 

No sabe si el barco va hacia la derecha o la izquierda. “No sé si voy hacia el Este o el Oeste”. Tiembla el grumete inexperto, un zurdo contrariado. Un timonel se manda viento en popa, sin costadear como costadea el grumete de la oración prima, y aunque tantee la tierra con los remos, no costadea, solo va hacia atrás para tomar impulso.

 

En verano salimos en ojotas a la calle; se nos deforman los pies. Así nos presentamos a finales en la facultad, a una pasantía rentada, a una mediación. Si el Sur quema, ¿no es lógico andar hinchados?

 

El Sur marea, despista, se pierde fácil. Cada vez que lo busco no alcanza con ponerme anteojos bifocales o aplaudir en la playa. Es difícil encontrar el punto sur de ebullición. Se puede usar el cuerpo como brújula: alineando la frente con el Norte queda el Sur en las plantas. Haciendo este ejercicio parte del Sur se recupera.

 

Hubiese ahorrado palabra enseñando de entrada así: Se dibuja por defecto el Sur abajo y el Norte arriba, el Este a la derecha y el Oeste a la izquierda; “por defecto” hubiera ido subrayado, evitando así la batahola: “¿Son el Norte, el Sur, el Este, el Oeste cuatro lados o costados?”, pero es propio del Río de la Plata hablar mucho y cantinflear.
Por esto no hay que enojarse. Ф

 

Contratapa del libro ATLÁNTOV

por LUISA VALENZUELA

El maestro desafía a su exdiscípulo: “Si tuvieras la plata, ¿te irías de acá al aeropuerto” para volar a Rusia? El exdiscípulo se indigna: “¡Voy a cambiar todas mis contraseñas!”.
A partir de esa extemporánea amenaza o —promesa—, los textos de Federico Spoliansky se suceden rompiendo todas las normas y guiándonos por un camino de desconcierto y encantamiento. Animistas, protoplasmáticos, son tarjetas de invitación a nuevas imaginaciones. A partir del infinitivo del verbo escribir acepta que “solo hay música en el infinitivo ser cantante”. He ahí la búsqueda siguiendo “la tramoya de la duda” en la cual “toda charla parece interconsulta”.
Porque somos aledaños, atlánticos distintos, el cambiador de contraseñas avanza por minimalistas, exaltados mundos. Como marcas de agua.
“Así es en la escritura: hay latitud, longitud. Y hervor”, reconoce. Y en ese hervor nunca más aludido de las olas del Atlántico, y en ojotas, el observador de lo inobservable va atravesando refugios de palabras en los que “hay goteras”. Quien habla comprimida y verborrágicamente deambula por playas, sorpresas, adopciones, intuiciones, presencias, hasta alcanzar esa otra Rusia del alma que es la voz del tenor: Atlántov.
Propongo aquí mi interpretación de este libro escrito en total libertad que, como una ristra de koans, abre caminos de extrañamiento, reflexión y empatía.

 

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Federico Spoliansky
Nació en Buenos Aires. Posee un Master en Realización Audiovisual (London Film School & London Metropolitan University). Es Licenciado en Psicología (Universidad de Buenos Aires).
Publicó los libros Atlántov, Duda patrón y El agujero. Escribió los ensayos sobre música y literatura Épocas de Galera, Apuntes sobre la caballerosidad rústica. Y los ensayos sobre ópera María Callas, Medea y el dragón, Prima Donna Siciliana, El libreto de Ópera: fuente y acotación. Recibió el Primer Premio Nacional Iniciación de Poesía, Ministerio de Cultura de la Nación (Bienio 1991-1992). En 2017 ganó una beca de Formación (Letras) del Fondo Nacional de las Artes. En 2018 fue Visiting Scholar del departamento de Estudios Hispánicos de Brown University (Providence, USA).